La fascinante biografía de Aryeh Oz constituye un vívido ejemplo del principio de responsabilidad mutua en el Pueblo Judío, que constituye además, uno de los principios básicos de Keren Hayesod. Oz fue sobreviviente del Holocausto, nuevo inmigrante, estudiante de una Aldea Juvenil y piloto de las FDI, que recibió un Certificado de Reconocimiento por su participación en la Operación Entebbe. Como capitán de vuelo de El Al tomó parte en la ya legendaria Operación Salomón, que trasladó a Israel más de 14,000 inmigrantes judíos de Etiopía en apenas 24 horas.
Después de la Kristallnacht, la familia de Oz huyó de Alemania a Holanda, país que fue invadido por los las tropas alemanas poco tiempo después. Un día antes de que Oz fuera enviado a un campo de concentración nazi, un estudiante judío lo conectó con una familia holandesa que lo ocultó hasta el final de la guerra. A los 11 años, hizo aliá por su cuenta y fue enviado a una Aldea Juvenil, donde recibió un cálido hogar y una buena educación. «Lo que recibí allí me guió durante el trayecto de toda mi vida», atestigua. “Fui finalmente aceptado en un curso de pilotos, y estaba feliz de poder retribuir al país que me permitió llegar y vivir aquí”.
Oz comandó un escuadrón en la Fuerza Aérea, trasladó paracaidistas al Paso de Mitla durante la Campaña del Sinaí y piloteó uno de los aviones que rescataron a los israelíes secuestrados en Uganda durante la Operación Entebbe. Más tarde se convirtió en piloto de El Al y fue uno de los pilotos claves en la implementación de la Operación Salomón en 1991. En un dramático momento de la misma, cuando no quedaban asientos vacíos en su avión y parte de los inmigrantes etíopes yacían en el suelo del mismo, mientras otros aún pugnaban por subir al avión repleto, Oz asumió la valiente responsabilidad de trasladarlos a todos. Al final, su avión trasladó a casi 1,000 pasajeros, rompiendo un récord Guinness. Oz contó posteriormente que durante el transcurso de ese vuelo inolvidable sintió que estaba cerrando el círculo de su vida: la de un niño rescatado a un piloto rescatando a otros. “Cuando volamos sobre Jerusalem y giré a la izquierda hacia el aeropuerto Ben Gurión, todo el avión cantó ‘Jerusalem de Oro’. No había nadie en la cabina de mando cuyos ojos no estuvieran llenos de lágrimas¨, recuerda.